
Ya sea haciendo abdominales o comiendo vegetales al vapor en lugar de papas fritas, a menudo es difícil lograr que hagamos algo que sabemos que es beneficioso. Un nuevo estudio en el Journal of Consumer Research dice que podemos engañarnos a nosotros mismos para obtener evaluaciones más favorables de ciertos productos y comportamientos.
"Nuestra inclinación natural es evitar, o tratar de evitar, cualquier cosa inmediatamente aversiva aunque pueda ser beneficiosa para nosotros a largo plazo", escriben los autores Aparna A. Labroo (Universidad de Chicago) y Jesper Nielsen (Universidad de Arizona)."Pero, ¿hasta qué punto nuestra evitación natural de tales actividades y resultados podría estar reforzando nuestra aversión por las cosas que son buenas para nosotros pero difíciles de digerir?"
Aproximarse al placer y evitar el dolor son comportamientos humanos fundamentales, pero los autores argumentan que las personas también invierten inconscientemente esta relación: "Tendemos a inferir que algo es bueno en función de la sensación corporal de aproximarnos a él o malo en función de la sensación de evitarlo."
Los autores señalan que los psicólogos a menudo intentan curar a los pacientes fóbicos pidiéndoles que simulen mentalmente acercarse a los objetos que temen. En tres estudios, los autores demostraron que es posible utilizar este enfoque para reducir la aversión a ciertos elementos.
En un estudio, por ejemplo, los investigadores ofrecieron a los encuestados una lata de s altamontes al curry (no es un producto muy popular entre los participantes). Se pidió a un grupo de personas que simplemente lo evaluara. A un segundo grupo se le pidió que simulara mentalmente la evitación física del producto, y a un tercer grupo se le pidió que simulara el acercamiento físico hacia la lata. "Lo sorprendente fue que la simple simulación del enfoque físico resultó en una evaluación más favorable del producto", escriben los autores.
"Una forma de superar las aversiones es engañar a nuestra mente", escriben los autores. "Estos resultados sugieren que nuestras aversiones se derivan en parte de nuestras sensaciones corporales, y la influencia de estas sensaciones puede tener un alcance mayor de lo que se podría haber supuesto".